Brenda Aidé Becerra López

Ciudad de México 2021

Dentro de la materia de Formación cívica y ética en la currícula de secundaria, hay un proyecto que a menudo me da lecciones importantes sobre los fenómenos que se manifiestan tanto a nivel nacional en la vida democrática como a nivel local en proyectos como éste dentro de una secundaria privada. El objetivo era que los chicos reconocieran y participaran en un proceso electoral de cara a la responsabilidad y participación social  en los comicios del 2012  llevándose la experiencia de acercar las prácticas de la vida en sociedad y sus repercusiones. En el proyecto la participación y responsabilidades de los cargos que debían desempeñar así como el resultado mismo de su  votación impactaron en la calificación del último parcial. No puedo negar que las expectativas de ellos como las mías en particular fueron distantes a lo que la realidad arrojó como resultado, desde la postulación de los precandidatos hasta la determinación de los candidatos por grupo. Toda la población estudiantil del área de preparatoria y secundaria participó en el evento. Como en todo evento electoral se percibía seguridad en los diferentes partidos y candidatos así como en el rumor de quien sería el favorito. 

Los lemas de campaña  pasaban del más sencillo discurso hasta el profundo compromiso por cambiar la realidad caótica por la que atraviesa nuestro país. La metodología consistía en que una vez  teniendo a los candidatos formales por grupo, se dieran a la tarea durante una semana de convencer al  electorado de votar por ellos. El compromiso fue tal que mandaron hacer pancartas, volantes, trípticos, carteles y hasta rótulos con  el rostro de sus candidatos y propuestas. Dieron paletas, prometieron comidas, e incluso se dieron los mismos fenómenos de compro de votos aunque de forma discreta ya que eran motivo de sanción. Los ánimos y percepciones orientaban como ganadora a una chica llamada Alondra. Parecía cosa fácil el triunfo al menos su partido lo respiraba. La siguiente semana en la campaña en sí,  fue  de emoción pues se abrieron las urnas y por fin en cada salón se dio el conteo de votos, los ánimos se elevaron cuando a la vez se mencionaba el nombre de cada candidato en su caso. La primera casilla arrojaba como ganador a un niño llamado Rafael, cosa que sorprendió y angustió de pronto a la favorita. La diferencia era abrumadora: le ganaba por más de 20 votos, debía ganar en las siguientes dos urnas o perdería. La casilla dos  fue pareja pero por cinco votos ganaba Alondra, no era suficiente pues el total le seguía dando ventaja  al Rafael. En ese momento la esperanza de Guillermo, el tercer candidato, se derrumbó, a lo sumo tuvo un total de ocho votos en las dos casillas, la tercera no prometía  nada. 

La competencia era entre Alondra y Rafael, la primera, la niña más popular, el segundo el candidato por quien nadie apostaba gran cosa, y cuyo lema “soy el nuevo Brad Pitt” aunque robó sonrisas no parecía una propuesta seria de campaña. La tercera urna fue definitiva aunque la ganó Alondra tras una pareja votación, la primera urna con el mayor número de votos le arrebató la presidencia. La revolución se armó, el grupo en general y muy en particular su partido se tornó molesto y comenzó a replicar eufóricamente. Los reproches e inconformidad no se hicieron esperar, pedían se anulara la votación y se decidiera por trabajo quien ganaba la elección. 

Una vez calmados los ánimos después de llamar a la razón  se orientaron a la reflexión tales resultados, que tengo que decir también a mi me causaron sorpresa. ¿Cuál es el aprendizaje de todo esto? Pregunté al grupo, el cual aún molesto por los resultados no se explicaba como la falta de seriedad en el proyecto de trabajo y plataforma propuesta por Rafael le había arrebatado el triunfo a Alondra. Trasladé esa experiencia y sentimiento a las elecciones del 2006, a manera de analogía les explique la importancia de observar por qué razón emitimos un voto, qué tomaron en cuenta sus compañeros para votar por Rafael. La  misión era averiguar porque la mayoría votó por Rafael, un proyecto sin una visión seria y cuyo discurso fue improvisado e incongruente y no votaron por la propuesta coherente y prometedora según su punto de vista. También pedí  que reflexionaran sobre cómo los procesos electorales implican una transparencia absoluta para que al término de la jornada no se lleve la sensación de un fraude y donde toda inconformidad sea trabajada para el convencimiento de todos los participantes. Les invité a  comprender porque se dio el fenómeno de AMLO y su resistencia civil después del 2006 y cómo este proyecto nos acerca a comprender una realidad que suele manifestarse en miniatura como la que vivían ellos en este proyecto. Sin duda éste trabajo me dio una gran lección y para mi sorpresa manifestó lo que  cada seis años vive la sociedad mexicana ante la misión de elegir a sus representantes. Sin duda  fue una experiencia de aprendizaje significativa para ellos como alumnos y para mí como docente.